El ciclismo de élite no tiene parangón con muchos de los deportes profesionales que cada fin de semana inundan la programación televisiva: F1, Moto GP, fútbol, tenis, baloncesto, golf...
Estamos ante un deporte donde la nobleza y la competitividad van de la mano y donde parece que hay unas reglas no escritas de savoir-faire que hacen que la competencia sea limpia, educada y (más allá de la lacra generalizada del dopaje) transparente.
Nos imaginamos a Hamilton esperando a Alonso porque éste ha pinchado, o a Ricky Rubio frenando un contrataque porque el defensa contrario ha resvalado y se ha caido.
La polémica relativa a la salida de la cadena que sufrió Andy Schleck no pueden enturbiar la grandeza de estos deportistas.
El gesto que tuvo ayer Alberto Contador de llegar emparejado con Andy Schleck en la cima del Tourmalet y no disputar la victoria, cubre con creces cualquier rencilla que pudiera existir entre ellos y que parece además ya habían liquidado con evidentes gestos, declaraciones y abrazos.
Estamos hablando de deporte de élite y no conviene perder la cabeza ni la perspectiva que aquí todos quieren ganar pero no a cualquier precio (esto no es un duelo Prost vs Senna en el que uno saca al otro de la pista en la última carrera para así ganar el campeonato).
Pese a ello, el anuncio de Specialized tiene su coña sacando partido al pique "sano" que pueda existir entre ellos (que conste que la pieza es anterior a la disputa del Tour de Francia).
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